La soberbia de los seres humanos a veces nos hace creer que somos omnipotentes. Nuestros adelantos científicos y tecnológicos nos hacen creer que podemos controlar todo, planificar todo... Y los que crecimos en la era tecnológica tenemos más arraigado ese mal. Suponemos que la vida es más o menos como prender una máquina, o como decía el gran y buen Homero Simpson: "Computadora, mata a Flanders"; si bien es muy gracioso, hace notar nuestra excesiva confianza en los aparatos, creyendo que van a hacer exactamente lo que les indiquemos, y que todo va a funcionar precisamente como lo pensamos.
En ese mismo momento, la naturaleza, calladita, levanta su mano, luego su dedo índice, moviéndolo de lado a lado. Nos marca que si bien nuestro progreso es maravilloso y nuestras capacidades muy grandes, no somos Dios, somos limitados, vulnerables, y a veces pequeños.
Al principio, resulta doloroso, frustrante...¿Cómo me va a pasar esto a mí? ¿Cómo la naturaleza va a cambiar mis planes, cómo osa entrometerse en mi vida? Luego el sentimiento se transforma en enojo, y se adorna de cuantas malas palabras encuentre uno en su repertorio. Poco a poco, la tristeza hace su aparición (emoción que es más permitida socialmente que el enojo, por lo cual a veces permanece más tiempo en nosotros). Y luego, ante la inminencia de acontecimientos nos quedan dos opciones, aceptar lo que nos pasa y hacer algo con eso, o bien, seguir eternamente en la queja permanente. Sin duda, que si elegimos la primera, siempre que haya un traspié volvemos a hacer todo el proceso, pero no es un retroceso, porque en cada pasito, hay un crecimiento importante.
Al ver a mi alrededor, noto gente que realmente la pasa mal, tiene mil problemas, y yo ¿me voy a quejar por lo que me tocó? Sí, tuve un millón de problemas en la infancia y en la adolescencia; sí tengo obstáculos para ser mamá, sí tengo una que otra dolencia física... Pero, gracias a esos problemas creo que soy más conciente y reflexiva para cuando me toque la bendición de ser mamá, pude estudiar lo que amo, conocí a la mejor persona del mundo, al cual amo con todo mi corazón, y que me devuelve ese amor multiplicado, puedo trabajar, tengo donde vivir, tengo amigos maravillosos....
Quiero ver la vida de esta manera, quiero volver a levantarme de esta forma cuando reciba palos... Quiero reconciliarme con mi cuerpo al que tanto le reclamé por oponerse a mis planes, quiero unirme de nuevo con la naturaleza, para comprender cada día más para qué me pasaron todas estas cosas.
Gracias por leer
Que profundo Noe! La verdad es que yo soy de las tuyas, me encanta hacer planes y me frusto bastante cuando no me salen como yo espero.
ResponderEliminarUn beso enorme!
Es como dice Kari...muy profundo...
ResponderEliminarPero son palabras que salen del corazon!!!!
Muchos Besos!!!!